Una voz diluyéndose en el centro del mar,
busca desesperada un amor que besar,
en tres cuartas partes de una lágrima que se evaporó
mira intacta un refugio para descansar
y se entrega despacito intentando no desconfiar.
El aroma de un café con leche que proviene de un camarote,
rojizo atormentado, de un barco en alta mar
le ha puesto los nervios de punta,
se quiere entregar al aroma profundo de lo trascendental
y navega arrastrada por una caricia de gaviota
que alguna vez le quiso cantar.
Cuando empiece la lluvia no habrá motivos para temer,
aunque vida no sea una palabra esdrújula
hay cierta elegancia que no se debe perder.
Y un silbato resuena en el centro de una embarcación,
están encallándo los sueños venideros de toda una tripulación,
pero no hay que ponerse a llorar,
pero no hay que sentarse a pensar,
todo es un holograma de ciento cincuenta mil millones de millas náuticas
y un beso hermoso algún día nos lo va a comprobar.
Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 24/05/2016
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Es una hermosa noche de poesía, propicia para leerte. Tus letras recuerdan tristezas, cargadas de esperanza. 🙂
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Muchas gracias por leerme, que no nos falte nunca la esperanza 🙂
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No nos faltará, y la fe tampoco, y habrá un poco de miel en la mesa para endulzar el café con leche. 🙂
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🙂
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