Si Escuchamos a Sabina

Si escuchamos a Sabina
no muerdas tan fuerte el labio
y yo prometo no escaparme
tan de prisa de tus manos.

Si me esperas en tu falda
intenta que no sea de madrugada
o podría despertarse la mañana;
no me pidas que te bese si no quiero,
ni me jures que me quieres sin consuelo
porque yo, mal que mal, te escribo versos
y no me gusta verte andar por otros suelos.

Así que aprieta la mirada y bésame, quiéreme,
no me hieras con los bordes de un silencio,
voy de prisa y no tengo ajustados los perennes
recuerdos del pasado que me gritan tus secretos.

Si escuchamos a Sabina
no aprietes tan fuerte la mano
y yo prometo que volvería
a tu lado si me alejo o si me espanto.

Y canta conmigo a la luz del amor,
no afines demasiado la luna,
siente como las estrellas muestran su candor
cuando beso suavemente tus aventuras;
y no hay mal que por bien no venga, excepto tú,
entre todos los males eres un mar azul
en el que naufrago sin más miedos a ese sur.

Así que nunca olvides a María ni a Joaquín,
sírvete cuanto desees de mi vino marroquí
y no olvides el sabor que tuvo ese verano
en el que juntos invocamos con las manos
el amor en forma de clandestino relicario,
y sus secretos, y el cuerpo mismo de nuestro personal abecedario…

©MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 16 de enero de 2,017

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