Si el Viento Titubea

Donde dobla el mundo sus rodillas
y aparece el desierto sin astillas,
yo te estaré esperando cada día
para conversar y para adivinar
la respuesta al acertijo que en tu vera
me sostiene como la flor a su primavera.

Cuando equivoque mi sentido
y aquella vieja soberbia suelte el hilo
volveré a ser cometa entre la escarcha
del momento en el que me esperabas;
como adivinar el secreto de tus letras,
como un antifaz olvidado en su caverna,
volveré a encontrarte quiera o no quiera,
volveré a pensarte… Si el viento titubea.

Ya sabrá la orilla del mar lo que hay que hacer,
te aseguro que luego, de este tiempo, ya no va a doler;
pedirá toda la hierba que nos muerde las cadenas
nuestra inevitable libertad, gritando con las piedras,
porque nuestros errores, todos y cada uno,
no fueron a propósito, la mayoría son escudos,
y si no cierra la brisa el mal sabor del antevenir
yo sabré decirte o escribirte, en los rasgos de la tierra, sólo a ti…

Y será el día que tanto anhelamos
el día en el que se comuniquen nuestros sueños,
como el oro con la arena, como aguardiente de reserva
con un fecundo amor serial que de todos espera,
aunque el mundo grite fuerte, el silencio en su madeja
para tejerte un nuevo vicio que nos incluya,
la tarde misma en el que las crisálidas descubra.

 ©MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 1 de febrero de 2,017

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