Por un beso de tu boca
rompería la metafísica,
y transitoria, vanidad
que tiene la vida
para dividir nuestra ciudad.
Por volver a tus pechos
y a las tardes a solas
te traería los helechos,
de aquel lago;
como ofrendas
a tu sin par belleza
que desde entonces
me tiene perdido por las noches,
cuando la luna no se acuesta a dormir
y a su lado yo me quedo a pensar en ti.
Es que van tan lentos los cuerpos
de las almas de aquellos que quieren volar
y va tan lento el recuerdo
que jamás voy a soltar.
Blanca duna de presagio inmaterial,
dormilona estampa sin besos al despertar;
noche hermosa en la entrega de tus mares
encerrados en aquella habitación bajo la tempestad;
mi eterno amor de los martes, y de los jueves,
sin poder tomar tu mano cada vez que te vuelvo a recordar…
Mi amor eterno de los martes y de los jueves,
nunca te logré olvidar…
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Ciudad de Guatemala 13 de marzo de 2,017