Así empiezan las cosas más bellas
a precipitar su huida, cuando no se pueden quedar;
de la misma manera en la que tu lágrima
empieza a nacer en el borde de tu ojo de mar.
Y ya sé que no saber besar,
que tiemblan tus miedos,
que no tienes ganas de amar;
y ya sé que no sabes gritar
que tiemblan tus duelos,
que tienes ganas de soltar.
Pero sueltas la vida
cuando sueltas mi mano
y empiezas un nuevo ciclo lunar;
arrancas las hojas
del mismo otoño cansado
y no hay vocación cuando se pierde el afán.
Así empiezan las cosas más bellas
a precipitar su caída, cuando las luces se van a apagar;
de la misma manera en la que tu cálida lluvia
se hunde en su propio dolor y comienza a sangrar…
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Ciudad de Guatemala 5 de septiembre de 2,017




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