Cuando te cubra la lluvia
y el clandestino sonido
de mi preocupación oculta
se deslice por tu delicado nido,
estará presente la apatía
que tuvimos con todos esos ruidos
que sin notarlo interrumpían
nuestras tardes y nuestros sitios.

Cuando te cubra de frío
la solemne partitura
que fabriqué para tu oído,
susurrará sobre la escarcha,
otra vez, el triunfo del amor debido
en las caricias frías y las mismas palmas.

Y podría ser diciembre en el conmovido
eje principal de nuestras almas,
pero sin las navidades de apellidos
que ya no nos sobresaltan.

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Ciudad de Guatemala 23 de octubre de 2,018