El otoño comienza
cuando tú te alejas,
no es que sea tan malo
pero si no estás no es lo mismo.
Y no es lo mismo porque eres necesaria
para todos y cada uno de mis latidos,
para todas y cada una de mis mañanas,
para todos y cada uno de mis motivos.
El otoño comienza
cuando en las aceras
las hojas menos necesarias
se dejan pisar por mi sombra.
Y es mi sombra un recuerdo que te abraza,
que se entrega sin tregua a tu cuerpo
cuando no muero de ganas de olvidarla
porque siempre ha estado más cerca un cerezo que un cierzo…
©®Messieral | messieral.com
Ciudad de Guatemala 3 de noviembre de 2,018

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