Podía escuchar las percusiones
por debajo de la cama
y entre los muros de las habitaciones,
podía escuchar lo que no escuchaba;
todo cuanto emociona a nuestros temores.
Y nada en aquel sitio era cierto
pero todo podía sentirse tan real,
nuestro cielo parecía infierno
y nuestro beso un arma de destrucción formal;
cuadros abstractos para el verso
depositado en la boca de un Belial
que ambos fabricamos con yeso…
Podía escuchar las percusiones
por debajo de tu alma
y entre los muros de mis percepciones,
podía escuchar lo que no escuchaba;
todo cuanto emociona a nuestras intuiciones…
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Ciudad de Guatemala 5 de febrero de 2,019

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