Me preparaste el trago
más seductor de toda la historia
y yo te seguí sin pensarlo;
aquella madrugada y el frío eran uno mismo;
pero nuestro mirador nuestra más tibia esperanza.
Pues desde allí el humo delataba
el color verdadero de nuestras almas;
y me seguiste rumbo a la nada,
con la fuerza de la más secreta de tus miradas.
Anuncios