Zarpar con las velas rotas y con un nombre erróneo en la popa de la embarcación,
no fue tan sólo la peor idea, sino además la peor contradicción.
Zarpar con el alma rota y con las huellas dactilares erróneas en el corazón,
no fue tan sólo la peor idea, sino además la peor deshabituación.
Zarpar con una, amando a otra con fascinación,
no es tan sólo la peor idea, sino además la más humillante forma de autodestrucción…
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