Dije que estaba ausente cuando, en realidad, estaba abatido y no sabía bien como hallar el camino; ni si quiera si realmente quería encontrarlo para seguir su recorrido.
Dije que estaba ausente cuando, en realidad, estaba aburrido y no quería fastidiarme más con lo poco disfrutable que me resultaba mi sonido, mi verso y todo cuanto iba por escrito.
Dije que estaba ausente cuando, en realidad, estaba herido y puede que aún lo esté; puede que aún sangre la herida cada vez que despierto y no encuentro mi hogar, ni mis manos; tampoco encuentro a mi amor, tampoco a mis años.
Dije que estaba ausente cuando, en realidad, estaba escondido de todo aquello que le sobra a lo extraordinario que yo tanto necesito…
Dije que estaba ausente pero siempre, para volver, encontraba un sitio.
Ciudad de Guatemala, septiembre de 2,020