La herida que dejó la sidra en mi mano
después de brindar con el alma vacía,
es la misma que solamente sana con tu caricia;
aunque compartamos la tristeza y los versos
que nos sujetan al temor de crecer sin medida.
Te amo y siento tu amor verdadero,
te siento y amo en ti todo lo que es bello.
Te amo y siento tu miedo más tierno,
mi miedo se parece tanto a lo que no queremos…
Die Stadt, 3 de enero de 2,020
MESSIERAL