Dos veces me equivoqué
posicionando mi vista hacia el sur;
en el meridiano centro la he pasado demasiado bien;
no sabía que en el norte, en el reencuentro de la gravedad
del instinto inocente que trae la paz,
existías tú con tu risa, con tu noche bendita y frugal,
de energía, belleza y ritual.
Que quizás sea demasiado tarde para irte a buscar,
o a lo mejor un solo golpe de suerte me baste para poderme acercar;
que quizás esté demasiado cansado del verbo amar,
de sentir que se desperdicia el tiempo en intentar…
Que ojalá en otra vida, en otra vez o en otro mar;
que ojalá en otra rima, en otra cáscara de nuez o en otro impulso bulbar.
Que ojalá me reste suerte para llegarte a besar…
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