Van creciendo las verdes hojas sobre tu cuerpo, ni la ansiedad, ni tus miedos pudieron instalarte el otoño perpetuo; y floreces como un milagro que crece tranquilo y bello, casi imperceptible, con la más dulce suerte entre los dedos…

Así como crece el amor después de marchito, así como crece el amor y el más suave de los lirios, de una promesa que los amantes aún no olvidan ni abandonan por la misma razón que los mantiene con vida.

Y no me digas que no lo entiendes, ni cuestiones los caminos inseparables; hay amores que necesitan perderse, arder en el infierno de la más pura ausencia para enredarse, para entenderse y también sanarse del miedo que puede llegar a producir saber que es para siempre.

— MESSIERAL