Recuerdo el sabor, ese sabor y el aroma de vida eterna, el resbalar del brillo más dulce del mundo llenando de calor toda mi cara.
Como una tarde de verano volviendo de la playa y su arena dorada.
Recuerdo el amor, ese amor y el aroma de luz perpetua, el resbalar del brillo más dulce del mundo llenando de color toda mi cara.
Como en una tarde de verano volviendo de la playa y su arena dorada.
Haz la lluvia sobre esta realidad de azúcar envenenada, acaba conmigo y con todo el universo; sálvame de la vida postergada tan poco acrobática y necesaria…
Haz la lluvia sobre mis alas.
—M.