Cuándo será mi turno,
cuando reiniciará el interruptor
todo lo que se supone que debía salir bien;
cuándo será mi turno,
cuando retornaré a ser yo
y a cada uno de los placeres a los que siempre fui fiel.
Cuándo será mi turno,
cuando volveré a escuchar entre sus labios
los versos de Mallarmé;
cuando volveré a ser el amo absoluto
de esos otros labios de contornos zafios
a los que su silueta perfecta siempre ordené.
Cuando será mi turno,
cuando volveré a provocar esos orgasmos
causantes de tanto y tanto placer;
cuándo volveré a ser dueño del reino
que con tanto esfuerzo edifiqué.
Cuándo será mi turno,
cuando terminará tan inofensivo agravio…
—Messieral