Hasta que punto de desesperación
podrías llevar a un hombre que sólo precisa de paz;
de sexo en condiciones, amor de verdad,
unas cuantas aficiones, por igual las pasiones,
arte, ciencia y libertad;
hasta qué punto de desolación
con tus tonterías que impiden la calma en un día normal,
hasta qué punto de exaltación
con tus horas perdidas que no se van a recuperar…
Hasta qué punto hubieses sido el crisol
del asesino serial, del monstruo, del arma mortal.
Hasta que punto de animadversión
podrías llevar a un hombre que contiene su ferocidad.
—Messieral