Es un día cualquiera,
hasta que escucho un mensaje de voz,
con ese acento que me invita al juego
que una vez nos unió.
Surge en el acto ese Duende Nocturno,
con el tedio de un clásico sábado
que realmente pudo haber sido mejor;
y una bailarina de luto
que sigue inspirando a poetas
con su escote transparente,
como ningún otro podría verse mejor.
Que agotador es repetir los fines de semana,
sin poder escapar de la ciudad
en un auto alquilado a la noche que nos presentó.
Que agotadora la rutina de vidas vacías,
esas vidas que nunca imaginamos,
que jamás quisimos habitar.
Un crimen atroz.
Prende la radio y sube el volumen,
quizás José Ändrea siga cantando hoy en Mägo de Oz,
quizás sea otro tiempo,
tal vez no hayan pasado tantos años
y nunca tuvimos que decirnos adiós.
—Messieral
MercyVille Crest, 9 de noviembre de 2,024




Deja un comentario