Ahora me ves,
pero no sabes realmente lo que soy;
tienes una idea vaga, algo que quema tu mirada,
pero realmente no sabes lo que ves…
Mi sangre vibra dentro de tu piel;
no hubo tal cosa como una liberación:
somos un mismo centro, el mismo vaivén,
mi control es prueba de fascinación.
Y se hizo inmortal el ardor en tus alas,
tu vuelo nocturno siempre supo que en mí puede anidar;
se hizo perfecto y necesario mi arte para tu hazaña,
la obra maestra del deseo, con tu nombre me gusta nombrar.
Ahora me ves,
pero no sabes realmente lo que soy;
tienes una idea abstracta, algo que quema tu mirada,
pero realmente no sabes lo que ves.
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—Messieral
MercyVille Crest, 2 de febrero de 2,025
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