Cuánta virtud encuentro en contemplar;
hay situaciones en las que mis manos,
por más que quieran, por más que puedan,
no debieran intervenir en un resultado final.
Respiro y me invito a sentir, no parece lineal;
a veces un café y a veces vino del cuerpo anhelado,
a veces un pandemonium emocional;
casi siempre pasa que pasa todo y no lo quiero cambiar.
Cuánta excelsitud encuentro en adorar
todo esto en lo que me convertí,
la historia de mi vida que pudo salir mal;
cuánta causa, cuánta casualidad viví
para llegar a este momento y aprender a aceptar.
Respiro y me invito a salir, no parece crucial;
a veces Mallarmé y a veces el Nervo de un Amado,
a veces el desiderátum de algún Panero ocasional;
para alargar el sentimiento y aprender a tolerar.
Cuánta virtud encuentro en contemplar;
hay premoniciones en las que mis manos,
por más que quieran, por más que puedan,
no deberían influir en un ansiado Big Bang.
—Messieral
MercyVille Crest, 10 de febrero de 2,025




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