No deberías estar aquí,
esta tarde aburrida
no hace la más mínima justicia
a la hermosura de tu cuerpo sobre mí.
Tus cabellos de fuego y rubí
no debiesen volver en los más tristes días;
no debiesen intentar salvarme de mí.
La última vez que te vi
mi alma maldita sonreía,
mi cuerpo vibraba feliz;
no quiero que vuelvas infinita
al instante más lúgubre y gris.
Tus cabellos de fuego y rubí
no debiesen volver en las más noches frías;
no debiesen quedarse para verme sufrir…
Ojalá que si cruzas mi puerta,
seas capaz de verme sonreír;
y que si te desnudas completa
seas capaz de quedarte a vivir.
No deberías estar aquí,
esta tarde deprimida
no hace la más mínima justicia
a la hermosura de tu amor cerca de mí.
—Messieral
MercyVille Crest, 12 de febrero de 2,025




Deja un comentario