Mi único refugio es el ruido oscuro
que me proporciona la respiración,
un poco de silencio,
porque el susurro aumenta cada vez un poco más
y su desborde es ensordecedor.
Mi único refugio es respirar,
llenar de versos todo mi estudio y esperar,
maldita sea, esperar,
a que acabe este tsunami no pedido
de lo que yo no esperaba provocar.
Si me ves muy solo no es porque me encuentre herido,
interrumpen mi creación
y a menudo siento que no puedo más.
Las grandes ideas me resguardan del drama familiar,
de los dramas sociales,
del arte que nunca es arte,
y me posibilitan el noble honor
de concentrar mi alma y mi mente
solamente en lo que necesito crear.
Cerrar la puerta y ser incapaz
de escuchar la voz desafinada de un lamento
que no sabe respetar mi paz.
Renombrar a todo aquello de lo que un día me hice dueño
y perderlo sin rencores para poder descansar.
Hazme creer que no existe el amor.
Acaba con San Valentín.
He comenzado a perder la paciencia,
puede ser que el mismo amor
jamás haya sido suficiente para mí…
—Messieral
MercyVille Crest, 13 de febrero de 2,025




Deja un comentario