Sería muy propicio saberlo explicar, ser consciente del pasado como lo soy de mi actualidad. Mi primer verso no fue de amor, pero nació de la poderosa creencia de su existencia. Sin haberlo experimentado, sin haberlo sentido en realidad. Creyendo que aquel era el momento oportuno para verle actuar en mi forma de entender que había algo más que la violencia y el vacío del que me hicieron acreedor de nacimiento. Nula la voluntad.
Tenía un rostro cristalino y el cabello aromatizado en Fa Mayor, le guiaba la luna y le atormentaba la vida familiar como al resto de nosotros; odiaba la hipocresía y los secretos más oscuros de quienes le trajeron a este mundo, igual que a mí.
Espié entre sus hojas y poemas la oscuridad de su interior; abrió una puerta que aún no se cierra y que cada vez me muestra que no conduce a ningún lugar, que siempre es su umbral la meta.
—Messieral
MercyVille Crest. Miércoles 10 de junio de 2,025.




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