Algunos amores marcaron mi existencia con la displicencia que da la intensidad, no consigo recordar todas las direcciones en las que mi esperanza fue vista por última vez; tampoco anhelo su pronto regreso por motivos que no sean dignos de ser experimentados o, quizás, llegar a morir por ellos.
Ahora que los peces chicos se devuelven al mar, las chicas de ciudad descansan más tranquilas. Ya no se alza la vista por cualquiera, ya no se escribirá el nombre de ninguna sin causas de fuerza mayor. Las escenas de mis novelas no serán recreadas en los límites de sus cuerpos, a no ser que el arte así lo mande.
Algunos amores marcaron mi existencia con la somnolencia que da la curiosidad, antes de quedarme dormido puedo llegar a ser más adorable de lo que he podido ser en momentos de gran fragilidad.
Tengo que aceptar que no habrá un nuevo paseo por la antigua ciudad, que el lago ya no aplaudirá de pie a un amor prohibido y sideral. Tengo que aceptar que a partir de este momento los rituales serán escasos y suficientes, que el amor será solamente cuando tenga algo que sumar.
No escaparemos a ningún lugar, en un autobús elegido al azar, no arriesgaremos la vida con la promesa de volver a comenzar. Los mejores besos bajo la tormenta no se repetirán, tampoco la intimidad continuada de la que nadie sospechará.
Y no sé si el desenfreno o la quietud triunfe en el final, no sé si sea el bosque o lo marea; o la consentida superficialidad. Tampoco es tan importante, intento no pensar; quiero contar mi historia cuando me ponga a cantar.
Tengo que aceptar que los escenarios cambiarán, el nervio hermoso de liberar al monstruo de la elegancia y la provocación es lo que me sucederá. Prepara tu alma para agitarla, lo que sigue es lo que ha sido desde antes de llegar.
Cuando el fuego pasa siempre vuelve a comenzar, pero esta vez cargado de las intenciones verdaderas que nos provocarán soñar… Ser capaces de ver lo deseado y llegarlo a realizar.
Daría más importancia
a las grandes victorias de mi vida,
pero ya no me son suficientes,
alzaré la vista solamente a lo que viene;
a lo que sigue, siempre hacia el frente.
—Messieral
MercyVille Crest 2 de diciembre de 2,025




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