Mis nuevas expectativas
se reducen a corazonadas,
actividad crucial de vidas pasadas
y el fuego en vena que resbala…
Nada existe, todo es cierto; eras el elegido o simplemente un sonido que se coló por un extraño sentimiento. Aguamarina en los lacrimales de un león, el veneno más efectivo para quien no soporte la libertad total; o el cíclico libertinaje.
De qué agua era que no ibas a beber, quizás esa que en poco tiempo te vuelva a suceder. Caen despacio gotas de fluidos auténticos de las grutas de Lourdes sobre tu herida, no importa lo que pase estás a salvo, hasta que un día ya no lo estés más.
Eras un ángel o un demonio, un mito o una casualidad; la mentira que se te dio tan mal o el instinto, primordialmente, animal. Cómo es que aprendiste a no devorar a quien no quisieras tener que llegar a devorar, cómo es que tu hambre se hace cada vez más grande y aún así la has sabido controlar.
Eres el mejor o sólo algo más, algo que en este universo y realidad nadie será capaz de atrapar. Eres el mejor o solamente el milagro monumental de la constante situacional, estacional y cardinal.
Experto y dominante, prestidigitador de carnaval; ermitaño buscando la paz. El nudo exacto de muñeca a tobillo: shibari del placer más conceptual. El escaso miedo a la muerte, la contención del ego, si es que te da la gana, por variar…
Mis nuevas expectativas
se reducen a corazonadas,
hermoso manantial de amantes olvidadas
y el mismo fuego en vena que me mata.
—Messieral
MercyVille Crest 2 de diciembre de 2,025




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