Primeros días del año, siento reivindicación,
no necesito contarlo, pero algo aquí cambió.
No merecía aquel dolor, no merecí todo aquel daño.
Ahora que soy capaz de un siguiente paso,
estaré más cerca de volverte a desnudar.
Mi fe, básicamente, está regida por el roce de los labios
de tu sexo cuando, tibio en las mañanas, protege mi grandeza
del agravio de haber sobrevivido tanto tiempo sin tocarlo.
Primeros días del año, siento fría excitación,
recorriendo cada gramo de lo que ahora diría que soy.
—Messieral
MercyVille Crest, 6 de enero de 2,025
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