Llevo el sabor de tus besos,
adherido al encanto sublime
de las mejores cosas que probé;
sin haber llegado a poder besarte,
es algo que nunca dejará de sorprenderme.
Hice mío tu cuerpo con el recorrido de mi orden,
vi lo que ningún amante fue capaz de ver en ti;
hacerte sentir con tanta claridad el desborde
de la pasión y el deseo era algo que ya esperaba de mí.
Llevo el sabor de tu cuerpo,
adherido al impacto sublime
de las mejores cosas que habité;
sin haber llegado a poder tocarte,
es algo que nunca dejará de estremecerme.
Hice mío tu cuerpo con el recorrido de mi orden,
di lo que ningún amante fue capaz de darte a ti;
hacerte sentir con tanta claridad el desborde
de la pasión y el deseo era algo que ya esperaba de mí.
—Messieral
MercyVille Crest, 19 de febrero de 2,025




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