Este poema existencialista de Messieral nace de una escena real, repetida, dolorosa: el acto silencioso del hombre solitario que decide no continuar. Es un canto, en advertencia poética, a la memoria de tantos.
Escucho el canto vil
del futuro anunciando,
los posibles que no vi,
lo que ha ido apagando
mis deseos de vivir.
Me despido de latir
con furia recitando,
el dolor es subsistir
en soledad esperando.
Bajar del auto andando,
caída libre e ir
a encontrarme navegando
donde no queda porvenir.
Escucho el canto vil,
del futuro renunciando.
—Messieral
MercyVille Crest, 24 de abril de 2,025
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