Esta pieza de poesía de Messieral, titulada “El Gran Poder”, honra la lucha interior de quien crea desde la oscuridad sin necesidad de validación externa. En su núcleo vive una ansiedad silenciosa y la convicción de una misión irrenunciable.
El gran poder habita en lo que nadie sabe de ti, en tu silencio imperturbable, en tu forma artística de atravesar el dolor. Nada puede contigo porque tienes una misión. Olvidas cosas insignificantes, lo que esperan de ti, con lo que quieren esclavizarte; porque no viniste a eso a este mundo que, sin la posibilidad de crear, te parecería absolutamente gris.
Eres la luz potente que nace de la más cruenta oscuridad, la vida continuada de otras vidas que te enseñaron a fijar la atención en lo importante, a descartar lo que no hace bien a tu creatividad.
Y no puedes explicárselo a nadie más, porque nadie entiende. Dicen que ser uno más entre todos los seres es tu responsabilidad. Nadie ha visto tus horas intensas de crear, nadie te ha visto sangrar sobre tu propia sangre, nadie ha visto que tus lágrimas son capaces de romperte la piel. Nadie sabe lo que dolió tu peor momento. Nadie sabe lo mucho que has aprendido, lo difícil que se te ha hecho permanecer.
El gran poder habita en lo que nadie sospecha de ti, en tu creación invulnerable; en el compromiso que tienes con el hecho de ser y no de parecer. Por eso siempre toman en cuenta lo que dices. Por eso tu voz es como una luz que guía incluso a los que nunca han creído en ti.
Que nada te perturbe. Que nada te espante. No es su culpa no entender para qué viniste aquí…
—Messieral
MercyVille Crest, 23 de mayo de 2,025
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