Veré desde mi tumba los finos labios de mis amores y de mis amantes, tanta ternura reunida podría provocarme jaqueca, pero para entonces el dolor será sólo una vaga idea, así que podré con ella y con todas ellas.
Sabrán que mi descaro siempre fue una forma de lealtad; mi genialidad algo consecuentemente incidental. Aquellos nervios de las primeras veces siempre fueron de verdad; los nuevos escenarios siempre me han parecido una gigantesca ola monumental, dame unos minutos que la aprendí siempre a surfear.
Dirán que no fui tan malo y aquello no será verdad, algunas veces por mero espectáculo y divertimento hice más interesantes las posiciones en el tablero o en el tangram.
Ya habrá tiempo de volver a vernos
y no sólo vernos, como siempre aseguré;
ya habrá tiempo de intentar comprendernos
y de volver a querernos; si se va ha de volver…
—Messieral
MercyVille Crest 3 de diciembre de 2,025




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