No podría repetir
en una balada
lo que me haces sentir,
no podría olvidar
tu hermoso latir
o tu dulce palabra.
Pero en un himno
lloraría de nuevo
el verso insensato
a que invita tu vuelo
y una vez enajenado
volver al principal estado
que fabrica mi cuerpo
de ti enamorado.
Y quedar rendido
al color de tus labios,
quedar cautivo
por el perdón de tus manos…
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Ciudad de Guatemala 26 de enero de 2,019
