De todos los amores que perdí,
maldita sea la hora,
todavía queda una que me busca
cuando alguna fecha o aurora
nos recuerda y nos hace recordarnos;
sólo porque seguimos equivocados,
sólo porque seguimos enamorados…
De todos los amores que perdí,
maldita sea mi historia,
todavía queda una que me cuida
cuando quiero acabar conmigo y mi poesía;
sólo porque sigo estando confundido,
sólo porque la resignación me ha reescrito.
De todos los amores que perdí,
maldita sea la hora,
aún ninguna me olvida
ni me obliga a pagar por mi cobardía;
maldita sea la hora,
y aún sin merecerlo una de ellas aún me salva,
una de ellas, las más guapa, todavía me encuentra y me llama…
Nueva Guatemala de la Asunción 15 de octubre de 2,020
MESSIERAL
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