Prender una vela a Dios y otra, por si acaso, al Diablo;
puede sonar canalla y tentador,
y convertirse en la peor de las hazañas,
en la caída más extraña al ser de dos.
Si tu ropa interior pende de mis labios,
mientras muerdo con pasión,
será solo tu ropa y solo mi escenario;
esta vez no habrá truco que me invente yo.
No me arrepiento de lo que hice en aquella ocasión,
ni de lo que soy capaz cuando, adentrado en personaje,
clandestino y seductor, logro crear otros mundos
paralelos al que voy.
Prender una vela a Dios y dos al Diablo;
puede sonar canalla y tentador,
pero quizás también sea sólo un teatro,
una agonía que termine en un error.
—Messieral
MercyVille Crest, 5 de noviembre de 2,024
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