Otra vez estás tan cerca y nuestros sueños comunes
lucen imposibles, ¿para qué planificar?
¿Para qué tanto esfuerzo, si finalmente nada ocurrirá?
La soledad va por dentro y nos quedamos solos,
ha sido un año cruel y desgastante,
nadie sabe el costo exacto de mantenerse firme
a tan altas horas de este daño.
Nadie sabe cuánta muerte nos rodea,
nadie sabe el frío de noches tan despiertas,
de tanto horror que a mi energía se aferra,
por tanto aroma a hospitales y a muerte,
y el miedo a lo que verdaderamente aterra.
Comienza el viaje en solitario.
Quien nos acompañe nunca sabrá del dolor,
ni de lo injusto de cada día, del mal sexo,
la pésima libertad y la tristeza sin honor.
La soledad va por dentro y aquí nos quedamos,
hasta el último instante, hasta la última gota de sangre,
hasta que todo dolor sea inferior
que aquel que soportamos antes…
Me quedo solo, pero contigo:
diciembre que aún no existes, para siempre.
—Messieral
MercyVille Crest, 13 de noviembre de 2,024
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