Tu alma comienza a llamarme,
sientes la desesperación;
yo abro mis alas y alejo
de tus labios mi erótica fascinación.
No te dejaré caer en tentación
cuando tú lo decidas,
sabrás de mí en otro momento o estación.
Cuando lloras desnuda
porque no es suficiente lo que elegiste,
cuando duele un poco más,
aparezco en tus sueños
como un duende que juega con tu libertad.
—Messieral
MercyVille Crest, 27 de noviembre de 2,024
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