Preparo mi alma para el desvanecimiento de las dudas, mis certezas son lugares provocativamente buenos para descansar del agobio citadino y la impuntualidad de los milagros difíciles de codificar.
Soy un libro abierto y como tal supongo que debiste aprender algo; no hay peor silencio que el del amor, ni peor reclamo que el que es por celos, no tengo tanto tiempo, ni el corazón tan roto, no tengo más dinero que el que siempre pierdo.