Un beso detuvo aquel baile,
el vaivén de lo inevitable, entrando a escena,
es casi como un momento secreto que no se le cuenta a nadie.
Y el frío frotó su belleza entre los labios
de una bailarina y un karateca reencontrados,
el dojo y el teatro, encantado, tomados de la mano,
bésame si acaso tienes miedo, bésame en silencio,
siente esta adrenalina desdibujando antepasados tan complejos.
Que la fuerza y la decencia encajan justamente
en una misma cama si acaso hay verdad constante,
es una visita de lo celestial a la alcoba silente,
en ese preciso instante en el que amantes
juegan al séptimo día de Dios, luego de ver que su creación
era perfecta y terriblemente libre, lo mismo ellos
después de hacer el amor, después de alterar el amor.
Un baile tan cercano, un baile solitario acompañando
y las notas del poder de dos almas enamoradas,
toda solución al mundo herido y sus dados mal lanzados.
Bésame si acaso tienes besos, bésame si tu baile es cierto,
que una kata la reemplacen tus almohadas sosteniendo el cuento
de un príncipe con princesa, arropados por un momento,
que intentan eternizar o morir en el mismo intento.
Bésame si acaso tienes aliento, bésame y no detengas al viento,
siente entre tu alma y tu pecho un cierzo entero que no conoce el duelo,
que celebra y que se alegra por la paz del mundo que hoy iniciamos
y no me sueltes a menos de que sea un acto reflejo en el que perduraremos,
un segundo después, unidos por un beso, por ese mismo beso y ese mismo viento.
Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 24/05/2016
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