Tienes el mismo sabor
de un día de felicidad,
a veces me mata tu humor
y otras tantas tu forma de llorar.
Puede ser que no era el momento,
puede ser que yo no estaba listo
pero hay cosas sin explicación
que llegan para salvar vidas;
y la mía desde luego
la has salvado tú con tus manos tibias.
Eres el mismo sabor
del día en que se empieza a amar,
eres la resta positiva
de angustia y caricia,
de abrazo para celebrar.
Puede ser que no era el momento,
puede ser que yo no estaba listo
pero hay cosas sin explicación
que llegan para salvar vidas
y la mía por supuesto
la has salvado tú con tu hermoso carisma.
Tienes el mismo sabor
y eres el mismo sabor
de un día de felicidad,
del día en que se empieza a amar…
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Ciudad de Guatemala 7 de marzo de 2,017