El niño interno que yo presumo
tiene pasado de tono profundo,
cuarenta voces a su alrededor
como estigmas de un mar desnudo.
El niño interno que yo protejo
tiene el color que da mi contorno,
el amargo sabor que en mi dolor
cobija un nombre que hoy extraño.
Y tiene en sus manos un cuento,
que muerde como dulce alimento,
de amor impertinente a sueldo…
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Ciudad de Guatemala 25 de febrero de 2,018
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