Algunos Amantes Queremos Saber Poco de Amor…

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Es grandioso el amor cuando fluye
en las coordenadas propias del milagro,
sin forzarlo o convertirlo
en el infortunio más grande del mundo
que se autodestruye.

Algunos amantes queremos saber poco de amor.
La idea errónea se repite
en las bocas mecánicas
de quien se conforma con un mínimo fulgor,
incapaz de hacer cumplir mínimamente
las grandes expectativas.

Quizás aún ame a mi última amante.
Quizás, en realidad, nunca haya amado a nadie.
Quizás aún amo a cada una de esas flores
que decoraron el jardín de mis arreboles.

Quizás sí ame a quien me acompañe.
Quizás, en realidad, me olvidé de mi propio nombre.
Quizás aún amo a cada una de esas tardes
en las que mi soledad
me hacía explorar los engranajes de mi alma oscura
mientras desvestía los cuerpos ardientes
de las chicas a las que sólo prometí
elevar el cielo norte.

Algunos amantes queremos saber poco de amor.
La idea errónea se repite
en las bocas ingrávidas
de quien se conforma con un mínimo dolor,
incapaz de hacer cumplir mínimamente
las grandes fantasías felinas.

Es grandioso el amor cuando fluye
en las coordenadas propias del milagro,
sin forzarlo o convertirlo
en el infortunio más grande del mundo
que tanto me aburre…

—Messieral
MercyVille Crest, 13 de febrero de 2,025

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