No merece la pena entrar en un debate
planteado por alguien descerebrado
que solamente sabe y quiere herir;
mi autocontrol es necesario,
no por alguien más sino por mí.
Hay cataclismos ordinarios
que siempre preferiría no repetir.
Soy parte del oxígeno que alimenta
a quienes desde siempre he cuidado,
el fuego que surge de mi enfado
podría arrasar lo que estorba mi paciencia;
y no vale la pena hacer sentir importante
lo que se desborda fuera de mi consciencia
que me eterniza el ahora en un instante.
No merece la pena entrar en un debate
planteado por alguien descerebrado
que solamente sabe y quiere herir…
—Messieral
MercyVille Crest 6 de diciembre de 2,025
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