Siente lo tranquilas que están mis manos
encima de tu piel, de tu tersa piel,
de tu blanca piel, de tu hermoso vientre.
Es como renacer, acabar de nacer,
creciendo solamente cada vez que me recuerdo,
una vez y otra vez, abrazado a tu amanecer;
una vez y otra vez, enamorado de tu cuerpo.
Siente lo tranquilo que inicia el año
cuando este papel, nuestro papel,
vuelve a hacernos bien y la constante es querer.
Yo aprendí a besar en otros labios,
pero en los tuyos me he perdido enamorado;
yo aprendí a aceptar que todo daño
era capaz de inspirar lo que soñamos.
Ya no hay tiempo que perder sin amarnos:
todo lo que sigue se parece a quedarnos instalados
en el sitio que adoramos mucho antes de reencontrarnos.
Siento lo tranquilas que están mis manos
encima de tu piel; si es tu ropa, van debajo.
Siento tu blanca piel, siento tu hermoso nombre… ven.
—Messieral
MercyVille Crest, 6 de enero de 2,025




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