Vuelvo en recorridos mentales a mi antigua ciudad,
cada vez la recuerdo menos.
He perdido el cariño que alguna vez creí tenerle;
no la distingo de manera breve,
ya no sé de memoria todas sus calles,
no quiero tener que volver a recorrerla.
Mis zafiros amores se han mudado conmigo
a una zona más verde, nubosa y cristalina.
El pasado es una mentira;
mi amor más cierto y renovado se inclina a mi lado,
transita la línea del silencio renacido
con el entendimiento del amor que no termina.
Ya no recorro de sur a norte sus prisas,
ya no dedico versos a su cretino misterio,
ni persigo o romantizo sus calles mortecinas.
Ya no pienso a diario en el peligro que tanto excita
a una mente que no conocía cómo estar tranquila.
Ya no recorro de norte a sur sus anfetaminas,
ya no dedico sueños a su cretino infierno,
ni persigo o romantizo sus tardes de pesadilla.
Ya no pienso a diario en el peligro que tanto excita
a una mente que no conocía cómo andar sin prisa.
—Messieral
MercyVille Crest, 17 de febrero de 2,025




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