Respiro, inicia el silencio que cada vez se hace más placentero; nada necesito, ya nada prefiero, me encuentro cada vez más dispuesto a saltar al vacío que llevo aquí dentro.
Cuando falte todo lo que creemos necesario seguiremos allí, eterna luna de miel, ardiente poemario, sin el tormento de todos aquellos males innecesarios que acumulamos cobardemente durante años.
Elegí mi sitio, dejé atrás la ciudad, me hice amigo del frío del más allá y a nadie extraño como extraño a mi otra mitad; pero ella se aproxima, está a punto de llegar.