Puntual,
cesará la vida
cuando los territorios
de la muerte, que en mí duermen,
se despierten del letargo;
brutal,
caerá la mano
de cada sueño roto
en respuesta a los querubes
que se olvidaron de mis andamios.
Profecía,
1,2,3…
Yo
mismo
quiero…
Siete besos de dragón
y un alma en pena
descansando en una acera
que parezca habitación.
Cuatro niñas tan felices
en la piel de un precipicio
que no da paso al vacío
y sí a cada milagro que les ofreciste.
Dos huesos de la saciedad,
humo experto en regresar
porque de apariencia nunca estuvo hecho el mar…
Puntual,
caerá la tarde en que te amé
sobre los hombros excelsos
de otra chica que me ame
y que entienda mis pasos;
brutal,
caerá la espada de los tristes
impotentes de hojalata
esperando que las lluvias grises
no cercenen cada poro de sus caras…
Profecía,
4,5,6…
Puedes ver
en tu colmena
la vida florecer…
Como yo
vi el milagro
en tus ojos
aquel marzo silente
en el que te besé.
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Ciudad de Guatemala 21 de febrero de 2,017