Cambiar de piel
cuando nada es bastante,
cambiar los rumbos y los viajes
cuando escasea la sed…
E irrumpir en el rumbo de la soberbia
para rescatar la parte herida de mi alma
que se quedó hasta muy tarde en la verbena
para ver tus dos manos ya sinceras.
Por si no lo sabías aún te deseo el bien,
aunque lejos del amor que construimos,
dudo que ese bien se pueda parecer
a la felicidad que a los amantes quita el frío.
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Ciudad de Guatemala 10 de septiembre de 2,017