Quizás la quinta forma de la nada sea más cursi, quizás yo nunca estuve aquí y tú no existes; quizás somos un mismo vacío, un mismo filo, un mismo bocado: de nada.
Una y otra vez volver a vivir, y en mi eterno retorno contemplarte tan desnuda que te quedes siempre así acompañándome a todas las partes de un universo en cuyo confín aún prefiera acariciarte.
En la vida siempre he querido más, mucho más de lo que das y mi único dilema ha sido no saber si lo comprenderás o si en vano te he intentado resguardar.
Cómo resolvería mi personaje toda esta situación, cuántas baldosas rotas apuntalaría con sus alas, cuántas almas enamoradas perderían por su causa el corazón.
Tienes delante de ti un muro infranqueable, un fuego que arde incesante y que puede quemarte; o llegar a instalarse en tu rostro cobarde, hay condiciones a las que no te conviene enfrentarte.
Si no hay diablo ni dios que estén de nuestra parte, si intentan hacernos perder después de ser arte; no busques de nadie, no invoques a nadie, te tomaré de la mano hasta que no sea capaz de soltarte.