Ramito de Sol

Y si, acaso, hay despedida que no duela,
un cóctel de lágrimas no sabe bien
si las cosas pueden ir aún mejor…

Unos paso más hacia otra vida,
una vuelta a la sonrisa y a la cima,
cuatro intentos de escapar, en gran medida,
debieron advertir lo que vendría.

Pero no, que no sea por mal visto mi andar,
que yo nunca he pretendido lastimar,
es sólo que dar lo mejor de mí, todo lo mejor,
en donde no es bien apreciado cansa y mata,
nos lleva tiritando a otro ramito de sol,
a un dulce con sabor a calma y tornavoz.

Y si hay calor en lo que viene, que venga,
si no hay sangre por el suelo, que venga,
si en el futuro sonrío al verte, que venga;
Si digo adiós a todo y, a propósito, no te hago sufrir
regálame tu lágrima, solamente, para rociar
y que no marchite el ramito de sol que ya elegí…

© Copyright – Messieral | Luis Eduardo – Poesía
Ciudad de Guatemala 06/04/2016

Muchas gracias por sus ojos,
también les invito a leer mi sección Poesía

Ramito de Sol por Messieral

La Chica Desnuda de la Calle Rotterdam

El Silencio que Hay que Soportar

Soledad, caída atemporal de una lágrima,
necesidad, toda la transitoria calamidad…

Y tú…

Vas con el viento sin mirarme más.

Y yo…

Aún con ganas de huir de tu mano princesa de cristal.

Soledad, cada átomo herido de una lágrima,
complicidad, con todo el silencio que hay que soportar…

Y tú…

Vas como el viento sin mirarme más.

Y yo…

Aún con ganas de poder escapar…

©®MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 28 de marzo de 2,017

Una Lágrima Pequeña de Ébano

Una lágrima pequeña de ébano
se ha venido a posar justo a tu izquierda,
por debajo del ojo que siempre me ve llegar,
justo sobre la sonrisa que me hará nombrar
uno a uno cada milagro que provoca tu mirar.

Yo estoy desobedeciendo a mis instintos,
insisto en quedarme y es por ti, sólo por ti,
no existe morada, palacio alguno o mentira
que sea capaz, ya, de confundirme lejos de aquí,
de este sitio en el que oculté el tesoro hermoso
que te nombra cada mañana cuando nacen mis ojos.

Invocaré a mil aves celestes si se parecen a tu luz,
en asombro de magia esculpirán los ruiseñores un momento
y en ese momento sé que te veré feliz,
cantando y latiendo al centro de mi cicatriz.

[Viviré en el viento que roce tu piel de valiente
y si acaso es morada la luna te amaré a contracorriente.]

Una lágrima pequeña de ébano
se ha venido a posar justo a mi vera,
por debajo del ojo que siempre te espera,
justo debajo del puente que nos trajo a este mismo lugar
y figura en un río de estrellas el amor que me enseñaste a amar…

©MESSIERAL | messieral.com
Ciudad de Guatemala 13 de Octubre de 2016

Diciendo Por Sentir #28: Tú Escribes, Yo escribo

Te admiro y te respeto, porque tú escribes por hobby o por necesidad, por el gusto de decir bonito lo que ves. En tanto que a mí, si no lo hiciera, tendrían que cortarme las arterias, el alma y la voz para poder entender, en parte, en la sangre, la lágrima, el grito y el fuego por qué necesito hacerlo.

©Messieral | messieral.com
Ciudad de Guatemala 24/08/2016

Desastre para Dos

Ese momento que yo no recuerdo,
ese instante sin nombre y sin colores,
tarde de miércoles ideal para el verso,
un solitario serial en busca de amantes.

Porque la soledad no es vicio disfrutable
y aunque fuiste lo más cierto, lo más grande,
ordené un desastre para dos sin consultarte,
ya sé que del carbón nacen hermosos diamantes,
ya sé que tras la tormenta embellecen las flores
pero en el ángulo espontaneo, de lágrima y mirada,
yo ya no encuentro en qué carril poner la cara.

Y no recuerdo ese momento, pero sí el dolor,
ese instante suicida por vocación, sin sabor,
una caída mortal tras un salto a lo tonto
y que embarguen las lágrimas de mis ojos, a favor,
porque el viento sopla al norte sin anteojos.

La desilusión no es comestible disfrutable
y aunque fuiste lo más bello, fiel destello,
ordené un desastre para dos sin avisarte,
y ya sé que del carbón inmóvil nacen vacíos,
que tras la tormenta se desbordan los ríos
pero en el ángulo inverso de amor y recuerdo
yo todavía espero que me contemples como a tu desastre secreto.

Y no recuerdo el momento, no recuerdo el instante,
sólo recuerdo el frío que detuvo el tiempo y los mares,
el desastre natural que por esas fechas me hizo un guiño,
que me llenó de tristeza y tanto dolor sin su hechizo.

Yo no recuerdo el último momento en que te amé,
ni el primer instante en que ya no te adoré,
sólo recuerdo el huracán indomable en que viré
al otro lado del camino y me equivoqué…

Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 18/05/2016

Caída Libre en Gotas de Lluvia

Como gotas de lluvia deslizándose
en hojas de árboles altos,
caída libre al infinito terrenal,
penetrando la tierra y sus misterios,
llevando aroma de calma a la humanidad
que ya se arropa el alma y la piel,
abrazados al candor de quien se fue.

Evoca la memoria de lo que fue,
pasadizo secreto a un mundo perfecto,
quise quedarme a vivir para siempre allí
pero todo, hoy, es parte tan sólo
del anhelo, de volver a esos conciertos
de aves azules cada mañana de enero.

Hay un niño sonriente en mi interior,
sus ganas de ser cantante y su balón de fútbol,
el diciembre que le atormentaba desde los cinco,
un iracundo deseo de escapar y correr, y volar,
una lágrima inocente que también se desprende
y cae al infinito de la piel de sus mejillas,
donde convergen sonrisa y herida, con sutileza
también un primer beso y un golpe a la encía.

Quiéreme como me quisiste ayer, me dice,
vuelve la vista a lo sencillo, vuelve a ver,
no escapes más de los silencios que provocan
que un mundo dolente se vuelva sublime y algo más.

Como gotas de lluvia explosionando
contra el metal de los autos de ciudad,
caída libre al infinito material,
penetrando la guerra y sus misterios,
llevando aroma de calma a la humanidad
que ya se arropa el alma y la piel,
abrazados al candor de quien se fue.

Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 02/05/2016

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El Fantasma de la Casa Grande (No Sólo de Amor Vive el Desastre)

Se te olvidó decir
que escondiste tras la lluvia tu color,
que hubo un río con mi nombre
que te llenaba los días de ilusión.

Ya desbordado hiciste charcos
con los restos de mi alma,
con mis huesos escondite
de tus engaños tan perennes,
tu veneno fue mi vicio maldito
y cada noche la mejor para morir.

Me excitabas con tu cuerpo de guitarra,
con tu intimidad me presumías
que la vida no es más que posturitas,
lo que más me gustaba era tu voz
cuando me mentías con tanta verdad
haciéndome creer afortunado
y tan lleno de sublime paz, pero no.

Todo lo tiraste al suelo,
los muros de mi tranquilidad
resbalaron por tus pechos,
de algunos otros precipicios bellos
y hoy yacen en tu piso todos ellos.

Y ya es tarde, el fantasma se desvanece,
el fantasma de la casa grande
que te quedó tan grande,
te recuerdo que no sólo de sol vive la tarde.

Se te olvidó admitir que estabas triste,
que había una lágrima ambulante en tu mejilla
y resbalaban pesadillas por tu fina cara,
tan barata, tan soberbia y tan extraña.

Me llamabas e implorabas una nueva oportunidad,
pero no cariño, basta una sola de vez del huracán,
las ciudades del mundo podrán tenerte compasión
pero yo ya no, perdóname, pero yo ya no…

Se me olvidó pedirte que no vuelvas,
pero si escuchas el lamento de una guitarra andaluz
por el camino y el recuerdo de baldosas rumbo al sur,
empujarás cada paso al mejor de los olvidos, lo sabrás,
y harás el favor de ya nunca regresar.

Porque es un aeropuerto de tristezas
mi pecho sin tus locuras de saeta,
una jauría de lobos al acecho el divorcio
de tu cuerpo y tu recuerdo, que yo guardo,
de tu cuerpo y tu recuerdo, que yo muerdo.

Me sabe a desgracia aquel amor que jurabas,
las horas en que sumergidos en tu cama
nos amamos como cirios infinitos de esperanza,
con tantos movimientos planetarios
y de balas de cañón, por si un día se te ocurre presumir
quiero que sepas que si eso te hizo feliz, a mí no…

Ahora es muy tarde, el fantasma se desaparece,
el fantasma de la casa grande, de allá enfrente,
que te quedó tan grande,
te recuerdo que no sólo de amor vive el desastre.

Luis Eduardo (Messieral)
Ciudad de Guatemala 25/04/2016

Ramito de Sol

Y si, acaso, hay despedida que no duela,
un cóctel de lágrimas no sabe bien
si las cosas pueden ir aún mejor…

Unos paso más hacia otra vida,
una vuelta a la sonrisa y a la cima,
cuatro intentos de escapar, en gran medida,
debieron advertir lo que vendría.

Pero no, que no sea por mal visto mi andar,
que yo nunca he pretendido lastimar,
es sólo que dar lo mejor de mí, todo lo mejor,
en donde no es bien apreciado cansa y mata,
nos lleva tiritando a otro ramito de sol,
a un dulce con sabor a calma y tornavoz.

Y si hay calor en lo que viene, que venga,
si no hay sangre por el suelo, que venga,
si en el futuro sonrío al verte, que venga;
Si digo adiós a todo y, a propósito, no te hago sufrir
regálame tu lágrima, solamente, para rociar
y que no marchite el ramito de sol que ya elegí…

© Copyright – Messieral | Luis Eduardo – Poesía
Ciudad de Guatemala 06/04/2016

Muchas gracias por sus ojos,
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Ella tenía miedo, yo arándanos…

La conocí lluvias atrás, con la mirada escondida tras el cabello, casi siempre. Con la sonrisa discreta y la mirada sincera, transparente, casi como la carcasa de un milagro. Era bella, no como modelo de revista, sino como el rocío de la mañana, como la tertulia del trino de las aves con la calma. Tarareaba siempre la misma canción, se escuchaba linda en su voz, pero no se comprendía lo que aquel canto decía, me bastaba el tono hermoso de su temperamento y la amalgama de ascuas que se sentían en la piel, cuando su falsete, entre dientes, aparecía. Nunca cedió un beso, nunca nadie lo pidió, o lo robó, no sonreía totalmente, su sonrisa era finita, su sonrisa empezaba en arco y terminaba en neutralidad, me llenaba de curiosidad asomarme a la ventana de sus secretos, de sus ideas, me atormentaba no comprender, era un enigma, como yo, era un pasadizo secreto hacia un viaje interior, que llamó desde el inicio mi atención. Secaba con paciencia la lágrima que se le escapaba siempre a media mañana, leía mis versos, criticaba mis sueños, me atenía a los peligros de la vida y yo le agradecía, había descubierto, entonces, el camino a seguir si no quería aburrirme. Colapsaba de nervios ante la presión, ella no era la roca que contenía a las olas, era como un grillo en alta mar…  Seguir leyendo «Ella tenía miedo, yo arándanos…»