Mea culpa y el descontrol de la ira,
el golpe de frustración en la puerta
y el alarido occidental hacía el vacío,
que de puntapié y cobardía rebosaba
como rebosa también el dolor en domingo.

Mea culpa y el haberte seducido,
haberte enamorado con tal alevosía;
desnudarte con mis dos manos
que malditas sabían, siempre sabían,
que el camino jamás será el de la mentira,
el de este inmenso amor prohibido.

Mea culpa y haberte perseguido
con flores por el camino de la sequía;
excitarte con mis dos labios
que malditos sabían, siempre sabían,
al mismo pecado que tanto necesitas,
que tanto te falta y te lastima.

Mea culpa y todas las veces que volví contigo
para intentar lidiar con mi soledad;
amarte con la misma valentía
con la que se ama a un amor conocido,
cercano y que no se traiciona, ni se aisla.

Mea culpa y tener que alejarme de tu sonrisa
que sana mis días, que me da la vida;
Mea Culpa y saber que no eres mi protagonista,
la única y exclusiva, la de mis poesías.

Mea culpa y dejarte solita,
sintiendo esta pena
que a mí también me lastima…

— MESSIERAL