Noche de domingo,
nuestra noche preferida;
débil en suspiro
tu espíritu aún tiembla.
Te recorro con dominio
desnuda y extendida
sobre el papiro
de mi poesía más erigida.
Noche de domingo,
nuestra noche consentida;
intenso deliro
entre el venus de tus piernas.
Noche de domingo,
nuestra secreta guarida.
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